14 de agosto de 2008

Phelps, el niño que tenía problemas de concentración


La figura de los Juegos de Pekín y el atleta con más oros olímpicos de la historia, no lograba interesarse en nada y era hiperactivo hasta que la natación llegó a su vida.

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad. "Su hijo nunca llegará a concentrarse en algo", le dijo una maestra a Deborah Pehlps, la madre del deportista olímpico más exitoso de todos los tiempos, el hombre salvado por el agua.
"Yo le dije que quizás se estaba aburriendo", recordó Deborah recientemente en una entrevista con The New York Times. "No es muy dotado", fue la respuesta. Deborah Phelps, durante 22 años maestra, se enojó: "¿Qué es lo que van a hacer para ayudarlo?".

De aquel Phelps de principios de los 90 al de hoy que arrasa en el Cubo de Agua de Pekín, que ya ganó cinco medallas doradas en China y acumula 11 oros en la historia de los Juegos, hay una distancia enorme. Aquel niño que corría, saltaba y no podía leer más de dos párrafos sin perder la concentración es hoy el dominador absoluto de un deporte clave como la natación.
"Está mejorando cada vez más. Sabe lo que está sucediendo, sabe quién está en la carrera y sus aptitudes. Es uno de los pocos muchachos en el equipo que conoce tan bien nuestro deporte", elogió Eddie Reese, entrenador jefe del conjunto de natación norteamericano.

Pero estas son las buenas épocas. Antes, en la transición de la infancia a la adolescencia, el joven Phelps comenzó a crecer de manera desproporcionada, con enormes orejas. Al correr, los brazos le llegaban más abajo de sus rodillas. Sus compañeros se burlaban de él, y cuando Phelps golpeó a uno en el autobús escolar, le fue impedido subirse al transporte por varios días.

La natación ya estaba en la vida de los Phelps por esos días. Mientras Deborah sacaba adelante a la familia tras divorciarse de su esposo, un guardia estatal con el que Michael no mantiene relación, su hermana, Whitney, de 15 años, estaba ranqueada primera a nivel nacional en los 200 metros mariposa.
Charles Wax era el médico de la familia, sus hijos también nadaban. Buena oportunidad para observar a Michael, que corría enloquecido en torno a la piscina. Wax sugirió consultar a sus maestros, y la respuesta fue dura: Michael Phelps no era capaz de calmarse, de estar en silencio, de concentrarse en algo.
Así fue que en la vida de Phelps entró el Ritalin, un estimulante para tratar la hiperactividad. El medicamento calmó al futuro campeón, pero a los 11 años Phelps pidió dejarlo. Se sentía estigmatizado al tener que ir cada día a la enfermería del colegio a tomar la píldora.
"Mamá, no quiero hacer esto más. Mis amigos no lo hacen, puedo manejar esto a mi manera". Por entonces Phelps ya era un nadador, y su madre veía con asombro como el niño incapaz de estar quieto podía sentarse por cuatro horas a la espera de sus cinco minutos en la piscina.
Bob Bowman, su entrenador de entonces y su entrenador de hoy, estaba entusiasmado.

"Lo veo en los trials para los Juegos de 2000, compitiendo en los Juegos de 2004 y batiendo récords mundiales en 2008. ¡Y en 2012 los Juegos serán en Nueva York!", recordó la escena The New York Times.
"Bob, tranquilo. Tiene sólo 11 años", respondió Deborah a Bowman, que falló en sus predicciones, porque Phelps ganó seis oros en Atenas 2004 y fue, a los 16 años, el nadador más joven de la historia en batir un récord mundial. Los Juegos de 2012, además, serán en Londres.

Hacer los deberes del colegio siempre le costó a Phelps, que sin embargo no dudaba en pasar horas frente al televisor analizando videos de sus carreras. Le pedía a su madre cenar frente al televisor para ganar tiempo.
"¿Ves? Ahí es cuando elevé la cabeza", decía Micheal. "Yo no veía nada de lo que él veía. Pero miraba los videos. Una y otra vez, una y otra vez", recuerda hoy su madre, que no en vano recibe casi tras cada triunfo un ramo de flores de su hijo Michael, el niño salvado por el agua.

Publicado en La Nación, 14 de agosto de 2008

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