20 de marzo de 2009

El 20 o el 21?

La tradición marca que los cambios de estación son los días 21. Pero en realidad es el equinoccio el que marca su comienzo. Y este año será, una vez más, el 20 de marzo.

En lo que va del siglo XXI, la nueva estación comenzó en 21 de marzo sólo una vez, en 2003, pero no en nuestro país. Como el equinoccio se produjo a las 01.01 de Greenwich, en Argentina el otoño también empezó el 20 de marzo, a las 22.01, ya que el uso horario vigente era el -3.
Además, en los próximos 50 años, el otoño nunca comenzará el 21 de marzo, sino el 20. Excepto en 2044 y 2048, que se adelantará aún más y empezará el 19 de marzo.

Se denomina equinoccio al momento del año en que los días tienen una duración igual a la de las noches en todos los lugares de la Tierra.
En el equinoccio sucede el cambio de estación anual contraria en cada hemisferio de la Tierra. Durante los equinoccios el Sol está situado en el plano del ecuador terrestre, donde alcanza el cenit. El paralelo de declinación del Sol y el ecuador celeste entonces coinciden.

Equinoccio de marzo, el día 20 de marzo:
En el polo Norte, paso de una noche de 6 meses de duración a un día de 6 meses.
En el hemisferio norte, paso del invierno a la primavera; se llama el equinoccio veraniego.
En el hemisferio sur, paso del verano al otoño; se llama el equinoccio otoñal.
En el polo Sur, paso de un día de 6 meses de duración a una noche de 6 meses.

Equinoccio de septiembre, el día 22 de septiembre:
En el polo Norte, paso de un día de 6 meses de duración a una noche de 6 meses.
En el hemisferio norte, paso del verano al otoño; se llama el equinoccio autumnal.
En el hemisferio sur, paso del invierno a la primavera; se llama el equinoccio vernal.
En el polo Sur, paso de una noche de 6 meses de duración a un día de 6 meses.

Los equinoccios realmente son un momento particular, un instante de tiempo que ocurre a una hora determinada; en vez de todo un día entero (aunque acostumbramos llamar equinoccio al día en que ocurre este instante).

5 de marzo de 2009

2009 – Año Internacional de la Astronomía

En el año 1609 Galileo Galilei apuntó por primera vez al cielo con un telescopio. Fue el comienzo de 400 años de descubrimientos que aún continúan.

El 27 de Octubre de 2006 la Unión Astronómica Internacional (UAI) anunció la declaración por la UNESCO del 2009 como el Año Internacional de la Astronomía (IYA2009), ratificada por la ONU el 19 de Diciembre de 2007.
El Año Internacional de la Astronomía (IYA2009) representará una celebración global de la Astronomía y de su contribución a la sociedad, a la cultura, y al desarrollo de la humanidad.
Su objetivo principal es motivar a los ciudadanos de todo el mundo a replantearse su lugar en el Universo a través de todo un camino de descubrimientos que se inició hace ya 400 años.

Actividades repartidas por todo el globo terráqueo pretenderán estimular el interés por la Astronomía y la Ciencia en general; desde su influencia en nuestras vidas diarias hasta cómo el conocimiento científico puede contribuir a un mundo más libre e igualitario.

La Astronomía, la ciencia más antigua, ha jugado un papel fundamental en la cultura durante siglos. En 1609, Galileo Galilei apuntó por primera vez su telescopio hacia el firmamento realizando descubrimientos asombrosos para la época que cambiaron la percepción del mundo para siempre: montañas y cráteres en la Luna, una pléyade de estrellas invisibles al ojo humano, fases en Venus y los cuatro mayores satélites de Júpiter. En el mismo año, Johannes Kepler publicó su trabajo Astronomia nova donde se describen las leyes fundamentales de la mecánica celeste.

Galileo Galilei
Galileo nació en Pisa en 1564. Su padre, Vincenzo Galilei fue un músico de indudable espíritu renovador, defensor del cambio de una música religiosa enquilosada en favor de formas más modernas. El tipo de educación recibido por Galileo queda patente en las siguientes palabras de su padre:
“Me parece que aquellos que sólo se basan en argumentos de autoridad para mantener sus afirmaciones, sin buscar razones que las apoyen, actúan en forma absurda. Desearía poder cuestionar libremente y responder libremente sin adulaciones. Así se comporta aquel que persigue la verdad”.

A la edad de 17 años, Galileo siguió el consejo de su padre y empezó a cursar medicina en la Universidad de Pisa. Más adelante decidió cambiar al estudio de las matemáticas con el consentimiento paterno bajo la tutela del matemático Ricci (expero en fortificaciones). Su notable talento para la geometría se hizo evidente con un trabajo en el que extendía ideas de Arquímedes para calcular el centro de gravedad de una figura.

A los 25 años se le asignó la cátedra de matemáticas en Pisa y a los 28, en 1592, mejoró su situación aceptando una posición en Venecia que mantuvo hasta la edad de 46 años.
Venecia era una ciudad llena de vida, poblada por unos 150.000 habitantes y dedicada al comercio. Galileo se casó en 1599 con Marina Gamba de 21 años con quien tuvo tres hijos. De entre sus amistades venecianas figura el joven noble Sagredo, quien aparece como uno de los personajes del Diálogo concerniente a los dos sistemas del mundo.

A la edad de 46 años, en 1610, Galileo desarrolló el telescopio consiguiendo gracias a ello una posición permanente con un buen sueldo en Padua. Presentó sus asombrosos descubrimientos: montañas en la luna, lunas en Júpiter, fases en Venus. Astutamente, dio el nombre de la familia Medici a las lunas de Júpiter logrando así el puesto de Matemático y Filósofo (es decir Físico) del Gran Duque de la Toscana.

Los descubrimientos astronómicos de Galileo favorecían dramáticamente al sistema copernicano, lo que presagiaba serios problemas con la Iglesia. En 1611, Galileo fue a Roma para hablar con el padre Clavius, artífice del calendario Gregoriano y líder indiscutible de la astronomía entre los jesuitas. Clavius era reacio a creer en la existencia de montañas en la luna, actitud que dejo de defender tras observarlas a través del telescopio.
Pero, poco a poco, nuevos descubrimientos como el de las manchas solares añadidos a la inusitada contundencia de Galileo para refutar y ridiculizar a sus oponentes le fueron granjeando enemistades. La complejidad de la situación se acentuó y Galileo fue reconvenido a no defender sus ideas. El cambio de Papa, ahora Urbano VIII, inicialmente admirador de Galileo, le llevaron a aumentar el nivel de defensa de sus ideas.

En 1632, en un entrañado laberinto de permisos oficiales poco claro, Galileo publicó su Diálogo, donde su defensa acérrima del sistema heliocéntrico viene acompañada de vejaciones e insultos hacia sus enemigos. La Inquisición tomó cartas en el asunto más por desobediencia de las directivas eclesiásticas que por el propio contenido de su obra. Un largo proceso inquisitorial llevó a un viejo y decrepito Galileo a abdicar de sus ideas y verse confinado a una villa en Florencia hasta su muerte en 1642.

Galileo, padre de la ciencia moderna, defendió la matematización de la naturaleza, asentó el procedimiento científico y propició, para bien o para mal, el divorcio iglesia-ciencia.


La leyenda cuenta que Galileo Galilei murmuró el Eppur si muove (o E pur si muove), que se traduce como "Y sin embargo se mueve", tras abjurar de la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición. Desde un punto de vista simbólico, sintetiza la tozudez de la evidencia científica frente a la censura de la fe, la quintaesencia de la rebeldía del científico ante las convenciones por autoridad.

Apócrifa o no, la divisa se ajusta a Galileo por la actitud frente a la autoridad que representaba la Iglesia en las verdades de la fe, y frente a Ptolomeo y Aristóteles en las verdades de la ciencia, ambas verdades acordes con una visión del cosmos en el que la Tierra era el centro alrededor del cual rotaban el resto de cuerpos celestes, y no tanto por ser él quien hubiera planteado la alternativa, pues ésta es copernicana, ni porque la autoridad eclesiástica, entre la que se encontraban amistades y protectores del mismo Galileo, impidiera su estudio o divulgación, pues así se hacía sin problemas en occidente.