30 de abril de 2008

¡Otra vez Pascua!

El pasado 27 de abril, la Iglesia Católica Ortodoxa celebró la Pascua de Resurrección, mientras que la Iglesia Católica Romana y las Iglesias Evangélicas, ya lo habían hecho el 23 de marzo.
La diferencia en la fecha radica en que ambas Iglesias utilizan distinto calendario para el cálculo de sus festividades. La Iglesia Católica Ortodoxa utiliza el Calendario Juliano y la Católica Romana, el Calendario Gregoriano.
El Calendario Juliano es el antecesor del Calendario Gregoriano, basándose en el movimiento del sol para medir el tiempo. Desde su implantación en el 46 aC, se adoptó gradualmente en los países europeos y sus colonias hasta la implantación de la reforma gregoriana, del Papa Gregorio XIII, en 1582. Sin embargo, en los países de religión ortodoxa se mantuvo hasta principios del siglo XX: en Bulgaria hasta 1917, en Rusia hasta 1918, en Rumania hasta 1919 y en Grecia hasta 1923. A pesar de que en sus países el calendario gregoriano es el oficial, hoy en día las iglesias ortodoxas (excepto la de Finlandia) siguen utilizando el calendario juliano (o modificaciones de él diferentes al calendario gregoriano).
El nombre procede del dictador romano Julio César, en honor al cual se adoptó el nombre de Julio, primero, y juliano, después, para designar el calendario establecido bajo su consulado.

La reforma del calendario llevada a cabo por el Papa Gregorio XIII era necesaria porque el Calendario Juliano, hasta entonces en vigor, no era exacto respecto a la realidad astronómica. Es decir, que cuando llegaba el 21 de marzo, según el calendario, el equinoccio vernal astronómico ya había tenido lugar.
El problema fundamental que plantea esta situación es que el año astronómico,es decir, el tiempo que necesita la Tierra para dar una vuelta alrededor del sol, no tiene exactamente 365 días, sino 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos. Como era necesario dividir el año, por razones prácticas, en períodos de tiempo iguales, este problema se resolvió introduciendo años bisiestos.
La diferencia entre los dos calendarios consiste precisamente en la forma de resolver el problema. El Calendario Juliano lo hizo previendo un día bisiesto cada cuatro años. Sin embargo, con ello, el año del Calendario Juliano es 11 minutos y 14 segundos más largo que la vuelta real de la Tierra alrededor del Sol. Así pues, el año trópico y el cálculo del calendario difieren en un día cada 128 años. El equinoccio real, por ejemplo, tiene lugar un día antes de la fecha prevista en el calendario. El Calendario Gregoriano trató de corregirlo acortando el año promedio del calendario. Y se introdujo una regla complementaria, apartándose de la regla del bisiesto del Calendario Juliano, según la cual los años múltiplos de 100, pero que no son múltiplos de 400, no serían bisiestos. Con esta reducción de los años bisiestos, el Calendario Gregoriano se acerca más a la realidad astronómica que el Juliano, aunque aún no es “exacto”: la diferencia entre la realidad astronómica y la fecha del calendario es así de sólo 26 segundos. Y para llegar a una diferencia de un día se necesitan 3.600 años. De momento, el Calendario Juliano tiene 13 días de retraso respecto del Gregoriano, y, en el año 2100, la diferencia será de 14 días. Es decir, la fecha del equinoccio vernal, que se ha fijado, según el Calendario Juliano, el 21 de marzo, y de la que depende la fecha de la Pascua, corresponde, según el Calendario Gregoriano, al 3 de abril.

La separación entre las dos fechas de Pascua es diferente cada año. Puede llegar hasta 5 semanas. Aparte del hecho de que la fecha del equinoccio queda desplazada 13 días, hay que tener en cuenta cuándo comienza la luna llena. Porque si la luna llena tiene lugar dentro de los 13 días entre el equinoccio juliano y el gregoriano, la fecha de la Pascua ortodoxa será más tarde.
Además, existe otra dificultad al respecto, dado que, aparte del equinoccio, también el sol y la luna tienen una función que desempeñar. En el Calendario Juliano se calcula la entrada de la luna llena con ayuda del llamado Ciclo Metónico (un ciclo de 19 años, según el cual cada 19 años las fases lunares suceden en la misma fecha). Sin embargo, dado que ese cálculo tampoco es astronómicamente exacto, se producen desfases. Cuando esto se añade a la diferencia entre el equinoccio juliano y el gregoriano, puede dar lugar a una diferencia de hasta cinco semanas entre las fechas de la Pascua ortodoxa y de la Pascua en occidente.

Además, la regla nicena tiene una disposición que es muy importante para los ortodoxos. En esa disposición se establece que no se debe celebrar la Pascua “con” (griego: “meta”) los judíos. Aunque es verdad que no está completamente claro actualmente para los teólogos que se entendía con esa disposición, el hecho es que la Pascua ortodoxa no debe coincidir con la fecha de la Pascua judía. Si esto sucede, la Pascua se aplaza una semana.

ver:
¿Qué día es Pascua?
El calendario gregoriano

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