10 de marzo de 2008

El calendario gregoriano

El calendario gregoriano es el usado en la actualidad internacionalmente, y el propio del mundo occidental.
Constantino, emperador romano entre 306 y 337, además de establecer el descanso semanal, decretó varias fechas fijas para celebrar fiestas, como Navidad. Se regía por el calendario juliano, antecesor del calendario gregoriano, basándose en el movimiento del sol para medir el tiempo. Desde su implantación en el 46 aC, se adoptó gradualmente en los países europeos y sus colonias hasta la implantación de la reforma gregoriana, del Papa Gregorio XIII, en 1582.

A Constantino se le planteó un problema para determinar la fecha de la Pascua de Resurrección, y es que había sido durante la pascua judía, y ésta, al depender de un calendario de base lunar, era una fiesta móvil en el calendario solar. La cuestión de la determinación de la Pascua de Resurrección se trató de resolver en el primer concilio de Nicea (325), el primer gran concilio de la cristiandad, y el de la creación de una Iglesia Universal (Católica) ligada al Estado. Entre todos los dogmas y doctrinas que salieron del concilio, dieron la solución para fijar la fecha de la Pascua de Resurrección: el primer domingo posterior a la primera luna llena después del equinoccio de primavera, excepto si coincidía con la pascua judía. Ante la imposibilidad, para la época, de precisar cuándo se produciría el siguiente equinoccio vernal se decretó que fuese, invariablemente, el 21 de marzo. Esta solución planteará un problema muy grave para los cristianos, cuando se haga evidente que el calendario juliano pierde un día cada 128 años, y por lo tanto cada año se hacía más notorio que la fecha de la Pascua de Resurrección se atrasaba con respecto al equinoccio. Además, hubo dos fórmulas para calcular la fecha de la Pascua; la de los astrónomos de Alejandría, que tomaba como referencia el 21 de marzo y la de la Iglesia de Roma que tomaba como referencia el 25 de marzo. Con el tiempo se celebraría la Pascua en fechas diferentes, por lo que se hacía necesaria una reforma.

El nuevo calendario surgirá de la reforma que el papa Gregorio XIII (1502-1585) ordenó hacer para compensar las desviaciones del calendario juliano y hacer coincidir el año civil con el año trópico. La tarea recayó en una comisión, que dirigida por Cristóbal Clavio basándose en los cálculos Luigi Lilio (el auténtico artífice de la reforma), presentó el nuevo calendario al Papa. Los cálculos supusieron un día medio de 24 horas y un año medio de 365 días, 5 horas, 49 minutos y 20 segundos (26 segundos más que el año real). Para ello se alternarían años de 365 días, años de 366 días. El calendario gregoriano intercala un año bisiesto cada cuatro años, pero no cuenta como bisiestos los años seculares (los que terminan en doble cero: 1800, 1900, 2000), excepto cuando las dos primeras cifras son múltiplo de 4, como el 2000. Esta excepción se produce porque con los cálculos de Luigi Lilio se produce un error de un día en 134 años, o lo que es lo mismo 3 días cada 402 años. Había, pues, que suprimir tres días cada 402 años. Como esta cifra está relativamente cerca de 400 se acordó que no fuesen bisiestos los años terminados en doble cero (100, 200 y 300) pero sí el 400 y sus múltiplos. De esta manera se produce un error de sólo un día cada 3323 años. No obstante, si se suprimiese un año bisiesto cada 128 años, el error acumulado sería menor a un día cada 100.000 años.

El calendario se adoptó en 1582 y como en los 1.257 años de vigencia del calendario juliano se habían acumulado 10 días de retraso, se estableció que el día siguiente al 4 de octubre de 1582 fuese el 15 de octubre de 1582.

El calendario gregoriano cuenta los años desde el nacimiento de Cristo: la era Cristiana. Esta costumbre ya venía practicándose con el calendario juliano desde el siglo VI en Italia y desde el siglo VIII de manera generalizada. Fue Dionisio el Exiguo quien en el año 527, realizó los cálculos, determinando que el nacimiento de Cristo había tenido lugar el 25 de diciembre del 753 desde la fundación de Roma, pero se equivocó en cuatro años. Este cómputo se aceptó a pesar de haber sido reconocido como erróneo, en al menos cuatro años y en la fecha concreta. La era Cristiana fue defendida, para las dataciones, por el papa Bonifacio IV en el año 607, y se fue adoptando lentamente en todo el mundo cristiano. El impulso definitivo los recibió de Carlomagno, que lo empleó para sus dataciones oficiales. En España comenzó a usarse en el siglo VII, aunque para documentos oficiales no se utilizó hasta el siglo XIV.

La era Cristiana divide la historia en dos períodos, antes y después de Cristo. Los años se numeran a partir de 1, considerando como el primero el año en el que nació Cristo, y también el anterior a nuestra era. Contados de este modo los años bisiestos de después de Cristo son múltiplos de 4, pero los anteriores a Cristo son el 1, 5, 9, etc. Los años anteriores a Cristo se cuentan desde el 1 de enero hacia delante, de manera que el día anterior al 1 de enero del año 1 es el 31 de diciembre del año 1 a.C., y no el 1 de enero del 1 a.C.

Hasta que no se adoptó el calendario gregoriano, y la costumbre de comenzar el año el 1 de enero, que era la fecha sancionada por la bula papal, se usaron diferentes fechas, que conviene tener en cuenta a la hora de datar hechos. Dionisio el Exiguo adoptó el 25 de marzo, día de la anunciación de la Virgen, como el comienzo del año y de la era Cristiana (estilo de la Encarnación). Esto se usó en Pisa hasta 1745, y en la corona de Aragón desde 1180 hasta el siglo XIV; tanto en Pisa como en Florencia hacían comenzar la era Cristiana el año anterior al cómputo, por lo que sumaban un año más. En Francia el año comenzaba por Pascua hasta 1563, por lo que el comienzo del año era variable. Lo más normal fue considerar que la era comenzaba el 25 de diciembre (estilo de la Natividad), usado en la mayoría de los reinos cristianos entre los siglos XIII y XV. Según esto Carlomagno, que fue coronado el día de Navidad del año 800, sería investido el primer día del año 801. La costumbre de comenzar el año el 1 de enero, como en la tradición romana, es el estilo de la Circuncisión o estilo moderno. Este estilo se adoptó, en España, a comienzos del siglo XVI en Navarra y a comienzos del siglo XVII en el resto de la península, excepto en Cataluña que no lo adoptaría hasta finales del siglo XVIII. La mayoría de los reinos cristianos comenzaron a usar el estilo de la Circuncisión a lo largo del siglo XVI.

La reforma gregoriana fue aceptada inmediatamente por los países católicos: España, Portugal e Italia. Francia lo adoptó en 1582, pero en diciembre (se pasó del 9 al 20 de diciembre); Dinamarca en 1582, los Países Bajos en 1583, los estados católicos de Alemania en 1584, los cantones suizos entre 1583 y 1590, Polonia en 1587, Hungría en 1590. Los estados protestantes no admitieron la reforma hasta 1700, la decisión se tomó en 23 de octubre de 1699, según la cual del 18 de febrero de 1700 se pasaba al 1 de marzo. Inglaterra no adoptó el calendario hasta 1752 (del 2 al 14 de septiembre, ya que se había acumulado un día más de retraso). Entre los últimos en adoptar, oficialmente, el calendario gregoriano están Japón, 1873; y China, 1912. En los países de religión ortodoxa se mantuvo hasta principios del siglo XX el calendario juliano: en Bulgaria hasta 1917, en Rusia hasta 1918, en Rumania hasta 1919 y en Grecia hasta 1923. A pesar de que en sus países el calendario gregoriano es el oficial, hoy en día las iglesias ortodoxas (excepto la de Finlandia) siguen utilizando el calendario juliano (o modificaciones de él diferentes al calendario gregoriano). Turquía lo adoptó en 1927.

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