
El Templo contaba con con 127 impresionantes columnas de 20 metros de altura, algo descomunal para su época, y tenía esculturas de Escopas. Este templo iluminó la ciudad de Éfeso durante dos siglos.

Cuando alrededor de veinte años después, Alejandro Magno ocupó la ciudad de Éfeso y residió en ella por un tiempo, escuchó la historia del templo de Artemisa y descubrió que había sido destruido la misma noche en que había nacido él. Al parecer fue esta coincidencia la que le impulsó a reconstruir el templo, durante el tiempo que permaneció en Éfeso instaurando un gobierno democrático. Una vez terminado, el nuevo templo (el tercero) contó con un retrato del propio Alejandro, pintado por Apeles, el más famoso pintor griego. Aunque el templo de Artemisa no recuperó jamás su pasado esplendor, al menos su antigua fama le valió una pronta reconstrucción.
A punto de cumplir los 33 años, el 30 de junio de 323 a.C., moría Alejandro en Babilonia.
Ver también en HISTORIEDADES: El Templo de Artemisa en Éfeso y Alejandro Magno y el Imperio Macedonio
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